Tiene 15 años y es el hijo de Martín, máximo campeón nacional. Nada es casualidad. Entre ambos intentan explicar por qué la explosión de rendimiento y resultados en estos meses.
Nada parece casualidad en esta historia. Nada. Si había un nuevo talento que podía despertar semejante ilusión en el surf argentino no sorprende a nadie que sea el hijo de Martín Passeri. Casi que por designio del destino. O de un linaje. De una forma de ser, sentir, pensar y competir. Dicen que los frutos no caen lejos del árbol y, en este caso, cayó pegado al tronco. Y creció junto a él, como una plantita apoyada en un tutor. En este caso absorbiendo cada lección y aprendizaje, tomando cada consejo, viendo y escuchando, hasta llegar a un presente impactante que no hace más que preguntarnos “¿hasta dónde?”
Thiago, marplatense de 15 años que es la joya latina del momento y ya una estrella dentro del equipo más importante del país -el Team Quiksilver-, creció en el mejor escenario posible, al lado del máximo campeón argentino (6 títulos), el pionero del profesionalismo en el surf nacional pero, además, un coach de elite, moderno, multidisciplinario, con cabeza abierta, que se desespera por aprender cada día más, que sabe y quiere más, entre otras cosas aprender a ser coach de su propio hijo.
Thiago en andas, en una de sus tantas victorias.
Y ahí van los dos, desde hace años arrasando con cada torneo y categoría, con Thiago compitiendo -y superando- a chicos mayores. Y ahora, ya descollando en el nivel internacional, habiendo sido campeón latino a fin del año pasado y ahora, en pocas semanas, sumando dos hitos que alimentan la esperanza: bronce en el Mundial Junior y campeón en dos categorías (U16 y U18) del Olas Pro Tour, todo en Río de Janeiro.
“En su caso siento que hay una linda combinación entre competitividad, disciplina y naturalidad del ambiente en el que se crió. Desde chico jugaba a ser campeón cuando surfeaba, festejaba sus olas como si fueran de una serie y a ese juego se sumaba que siempre la familia estaba conmigo en cada evento, en casa discutimos cuando miramos los campeonatos y desde un inicio él se sumó a todos los programas que yo armaba para mis alumnos”, explica papá Passeri. Pero, además del entorno, se nota la esencia de un chico especial. “Thiago es el mejor alumno que he tenido, primero porque es muy dedicado y aplicado, después porque sus ganas superan a las de muchos y, por último y no menos importante, existen pocas interferencias en mi trabajo con él”, analiza quien es el coach y padre a la vez.
Padre e hijo. La nota describe la relación entre ambos.
Nada parece sorprender a Martín. “Lo imaginé así, todo rápido, porque Thiago duplica el tiempo y las experiencias en relación a sus pares. Cuando un atleta agarra una ola, Thiago toma 2 ó 3, además de ser muy exigente consigo mismo y absorber todo lo que está alrededor”, comenta y no puede dejar de compararlo con Franco Radziunas, el otro gran surfista del momento, líder del equipo Open del Team Quiksilver con apenas 21 años. “Que se parezca a Franco es una pauta que rodearse de excelentes atletas te potencia. Thiago y Franco cumplen la mayoría de los puntos de la lista. Thiago, a diferencia de Franco, pudo dedicarle más tiempo porque la chance que tiene de viajar, haciendo colegio a distancia, la aprovecha desde los 13. Igual, nada germinaría si no fuese diferente. Es un chico que dedica deliberada e intensamente tiempo de calidad a cada sesión”, argumenta.
Lo de Thiago ha sido casi un tsunami. En 2023, tras ser campeón nacional en U14 y podio en U16 y U18, se embarcó en una gira de tres meses por El Salvador, Costa Rica, Guatemala y California, donde obtuvo resultados notables, incluyendo ser campeón del famoso torneo latinoamericano (ALAS). De ahí volvió al país y se preparó para el Mundial ISA Junior de mayo. Y allí, en las playas de Río, impactó a todos al lograr la primera medalla -bronce- para el país en la categoría U16.
El podio del Mundial. Ganó la primera medalla argentina en la historia en U16.
“Lo más impresionante fue haber llegado a la final habiendo ganado la mayoría de las series, con puntajes excelentes. A veces ganar o perder es mirar el árbol y no el bosque. Los puntajes que lográs, la consistencia, la adaptabilidad a todas las condiciones y la mejora constante son cosas que me animan a decir que está en una gran caminada. También son importantes las recuperaciones después de una derrota o una mala sesión y la presión que está sabiendo absorber”, analiza Martín abriendo la puerta para que, a su lado, el niño maravilla deje sus sensaciones. “Ganar el bronce fue espectacular, pero el no haber perdido el foco durante nueve días y en todos los heats avanzar de forma sólida fue algo que superó mis límites. La experiencia fue única porque el Mundial es una competencia muy distinta a todo lo que puede ser, por caso, el circuito mundial, algo un poco más individual. El estar en un Mundial, representando a tu país y siendo parte de un equipo, es lo mejor que tiene el deporte. No voy a olvidarme del aliento de todos desde la playa”, cuenta.
“El campeonato latinoamericano fue el puntapié para subir la exigencia, luego llegó el golpe del Mundial y ahora el circuito OLAS resultó la mejor plataforma que podríamos elegir para competir y mejorar en todo tipo de olas. Ganó 5 de 7 fechas en U16 y se metió en 6 de 7 finales en U18. Esto no solo habla de su nivel sino de la forma en que fue compitiendo y ganando en las dos categorías, reflejando un trabajo físico y mental”, explica el padre.
Thiago emocionado, con la bandera y la medalla.
Thiago, simplemente, vive el momento con naturalidad. “Simplemente lo estoy disfrutando con mi familia, amigos y compañeros de equipo. Creo que estoy logrando mucho por el tiempo que le dedico, no solo a surfear si no a entrenar, a analizar, estar bien física y mentalmente, alimentarme bien, entre otras cosas. No siento que sea distinto, sólo que vengo desarrollando hábitos que otras personas pueden pasar por alto y eso es lo que me posiciona tal vez un poco por encima de algunos”, explica no sin mencionar que nada sería igual sin su padre al lado. “Básicamente porque está en todo, ayudando siempre, especialmente cuando estoy enojado o triste”, agrega.
Ambos, juntos a la madre, Mariana, se quedarán ahora en Brasil, aunque alejados de los torneos durante 50 días, para seguir puliendo lo físico y lo técnico, incluso para avanzar en el estudio a distancia. Siempre pensando en objetivos grandes, pensando en responder ¿hasta dónde puede llegar Thiago? ¿puede ser el primer argentino en llegar al Championship Tour donde compiten los 34 mejores del mundo?
“Todo será el resultado de su intención y dedicación. Tiene muchas cosas que seguir mejorando, pero a la vez condiciones para hacer de esto un camino hermoso y longevo… Hay que mantener el foco en el proceso y dejar que las metas sean una consecuencia”, razona uno. Aunque el otro no se baja de ningún barco. “A este punto creo que mi cabeza no tiene límites y lo que más quiero es llegar lo más lejos que se pueda y, por sobre, todas las cosas disfrutar, confiar en el proceso y disfrutar todo lo que vaya haciendo”. ¿En cuál habla Martín o Thiago? Dos gotas de agua, aunque con una versión nueva que promete estar mejorada.